ningún momento perdió el control del aparato de la organización. De hecho, Felipe
y sus muchachos volvieron a asumir poco después la dirección del partido, y
aunque parece que ya no volvió a mencionarse el tema del abandono del
marxismo, en la practica el PSOE fue un partido del tipo descomprometido y
acomodaticio que preconizaban las tesis felipistas. Los trece años de gobierno de
ese líder fueron una concreción y una materialización del abandono que se había
producido del espíritu revolucionario e izquierdista, y de la reconciliación de los
anteriormente marxistas con este tipo de sociedad injusta y con los poderes que la
dominan.
Pues bien, aunque no lo parezca, la actual retirada de Felipe González, en realidad
responde a una estrategia de profundización en el proceso que persigue convertir al
Partido Socialista en un instrumento totalmente inútil e inservible para la
transformación social que constituye su vocación fundacional.
Vamos a explicar el objetivo que se pretende conseguir con la maniobra de Felipe,
pero antes hay que dejar claro, pues mucha gente no lo ve así, que se trata en
realidad de una maniobra. El mundo de la política está lleno de falsas retiradas. El
esquema consiste en que el líder que se va, o que dice que se va, promueve la
elección de un sucesor a su gusto y medida, a través del cual pretende seguir
dirigiendo desde la sombra. Santiago Carrillo, Manuel Fraga, y Margaret Teacher
podrían explicarnos (por haberlo experimentado ellos mismos) que ese sistema no
suele dar buenos resultados. Los sucesores elegidos acaban sacudiéndose la tutela
del líder anterior y desarrollando su propia política. Sin embargo no parece que ese
vaya a ser el desenlace de la reciente operación de Felipe González. Por una parte,
este líder no se encuentra aún en la fase biológica en la que otros perdieron el
control de la organización que dirigieron. Además está el hecho de que fue elegida
una nulidad absoluta para suceder a Felipe en la Secretaría General. Si Almunia
termina asumiendo el control real del partido que González quiere conservar, nos
sorprendería mucho a todos pero el más sorprendido seria el propio Joaquín
Almunia. Felipe conservará el poder desde su función de jefe del grupo
parlamentario socialista, y ya queda claro que el seguirá siendo el candidato del
partido para la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones. El control del
partido no se ejerce necesariamente desde la Secretaría General. En el PP el
secretario general cumple simplemente una función burocrática mientras el
hombre fuerte del partido ocupa la Presidencia. En el PSOE, en cambio, el
presidente Rubial es una mera figura honorífica y simbólica mientras la verdadera
dirección era ejercida por Felipe desde la Secretaria General. Desde ahora el
Secretario General Almunia será tan simbólico e inoperante como el Presidente
Rubial. El control político efectivo será retenido por Felipe González desde los
cargos que ocupe.